Termine mi ducha, me vestí, metí todas las cosas en la mochila y me encamine hacia el coche. Justo cuando estaba saliendo por la puerta sonó el teléfono, era Clara:
- Macarena por favor tráete tu las hierbas, que no me dio tiempo de prepararlas.
- Tranquila, ya las llevo en la mochila jeje. Además ya estaba saliendo por la puerta para ir para allá. – Nos despedimos y me puse en marcha cogiendo mis bártulos, una mochila cargada hasta los topes y un barreño de color verde. Dirección al punto de encuentro. Durante el trayecto mi equipo de música del coche iban sonando un grupo que conocí relativamente hace poco, stellamara, y como no, estaba inmersa en mis pensamientos, en lo que íbamos hacer esa noche, y que ocurriría. Se me planteaban mil y una cosas, pasaban fugaces por mi cabeza, y eso hacía que me pusiera más nerviosa. Sin darme apenas cuenta ya estaba en casa de Clara. Habíamos quedado las dos antes para cenar y preparar las cosas, antes de reunirnos con las demás. Me esperaba con su sonrisa, su alegría y su luz, como siempre, pero sin que pudiéramos hablar mucho, fuimos a sacar a la reina de la casa, una perra preciosa y juguetona. Casualmente (aun que las casualidades no existan) nos encontramos con Andrea, una de las chicas del grupo, estaba con su pareja paseando a su perro. Nos pusimos hablar animadamente, siempre tenemos buenos temas de conversación, aun que algunas veces creo que paso mucho tiempo callada, viendo como Clara y la pareja de Andrea debaten animadamente. Al final nos liamos tanto que terminamos comiendo todos juntos, unas sardinas estupendas y una ensalada con un toque a albahaca que no había probado. A medida que cenábamos se iban sumando mas chicas del grupo. La primera en llegar fue Tanae, la cual llegaba cansadísima de un curso. Las siguientes fueron Isabela y su hermana Paula. Solo faltaba Teresa, quien nos estaría esperando en el punto de encuentro ya que era casi la hora en la que habíamos quedado. Así que recogimos y nos encaminamos todas en busca de Teresa, quien efectivamente estaba allí esperándonos.
Abrimos el círculo alrededor nuestra, las aves nocturnas entonaron sus cantos para ayudarnos, las ranas y grillos se sumaban. Y entre todas, sintonizando las voces, conectándonos unas a las otras, fuimos cubiertas por un manto protector bajo la atenta mirada de la gran madre, que nos observaba en lo más alto del cielo. Al terminas simplemente nos paramos a escuchar, sabíamos que la diosa nos observaba y que el dios estaba a nuestro lado pues escuchábamos sus palabras a través de un mochuelo que rondaba la zona. Encendimos las velas del barreño y una pequeña hoguera en el centro de todo. Todas en círculo, mirábamos el fuego y escuchábamos lo que nos querían decir.
Cuando nos quisimos dar cuenta eran casi las cuatro de la mañana, muertas de frio, cansadas, pero felices, terminamos nuestro ritual, nuestra celebración, nuestra reunión. El dios se despidió de nosotras, y la diosa nos guio de regreso a casa. Una noche más las siete mujeres se reunieron, acordándose de la octava que faltaba, llevándola en sus corazones. Una noche las mujeres celebraron, rieron y llenaros sus cuerpos con luz. Un año más el dios acompaño a ese pequeño grupo de mujeres. Gracias